Y la serie final cualquiera de los equipos pudo haberla ganado.
Fue tan extraordinario el nivel del juego que el espectáculo alcanzó calificativos de maravilloso o mágico.
Pero fue un thriller sin final feliz garantizado para nadie.
La incertidumbre fue la constante.
La riqueza de un final incierto.
Es que la historia de la NBA, en general, de esta misma serie, en particular, entre los Raptors y los Bucks, ha demostrado que puedes estar 15 o más puntos arriba y que puedes perder o ganar.
La belleza del juego en un nivel de excelencia excepcional.
Transiciones defensivas ofensivas a velocidades fabulosas.
Demostraciones de talento excepcional ofensivo – defensivo extraordinarias.
Jugadas preciosas todo el tiempo. Triples, penetraciones, bloqueos, clavadas, juego en equipo, rotación del balón.
Un deleite para el aficionado.
Excelencia por todos lados.
Imágenes inolvidables.
Partido inolvidable.
Y al final el respeto máximo entre los jugadores.
Me he maravillado con esa imagen tan hermosa de un jugador excepcional como Leonard, que no es muy expresivo, hablándole al prodigio rival Giannis, que estaba destruido por la derrota.
En lugar de estar dando rienda suelta a su alegría por el triunfo Leonard estaba apoyando a su rival que sabía estaba sufriendo mucho con la derrota.
Este partido fue magia pura por tanto derroche de talento, ofensivo y defensivo, individual y de juego en equipo.
Este partido fue un himno a la magia de los Playoffs de la NBA que selló magistralmente el diálogo de apoyo y solidaridad de Leonard a Giannis, el diálogo enaltecedor entre rivales que por encima de todo se respetan y se cuidan entre ellos.
Un millón de gracias a los Bucks y a los Raptors. Todos ganamos.
Este partido inolvidable es la confirmación de lo genial que son los Playoffs de la NBA:
Gracias a la NBA que es una fuente de entretenimiento maravilloso, pero por encima de todo en el Big Picture del Deporte, una escuela preciosa de la vida y de los negocios.
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